De la vida en el Casco Viejo de Bilbao
De lo que las Siete Calles fueron en otros tiempos
El Casco Viejo de Bilbao siempre ha sido un barrio con mucha vida. En él han coexistido calles solo aptas para clases pudientes con otras calles pobladas mayoritariamente por clase obrera, como es el caso de las famosas Siete Calles y aledaños, pero en todas ellas fluía la vida con el entusiasmo propio de los lugares con población. Además, el Casco Viejo ha sido, tradicionalmente, un potente espacio comercial donde, al igual que sucedía con el vecindario, convivían el comercio más lujoso con el más popular y asequible para todos los bolsillos. Del mismo modo, y a la vez como consecuencia de todo ello, la vida de ocio en el barrio era bollante y deslumbrante. Existían establecimientos hosteleros para todos los gustos. Desde las confiterías-pastelerías-cafeterías donde las familias descansaban tras agotadoras jornadas de compras, tomándose un café y degustando los exquisitos manjares de producción propia que en ellos se ofrecían y de los que cada establecimiento tenía un producto estrella.De lo que son ahora
De lo que serán
En este sentido, si no ofrecemos algo nuestro, genuino y auténtico, no nos engañemos, ni siquiera el turismo será sostenible a largo plazo. A la larga terminará decayendo porque, cuando hacemos turismo, a todos nos gusta ver y catar lo que es propio de cada lugar y si solo encuentras lo mismo que en todas partes, con distinto decorado, el lugar pierde el interés. Sin embargo, aunque como comentaba al hablar de Bilbolandia, de momento, hasta los propios bilbaínos nos hemos creído este Bilbao artificial que se han sacado de la manga, algún día espabilaremos y entonces seremos los primeros en abandonarlo y, para ese día, la cosa ya no tendrá remedio. Las franquicias y grandes cadenas abandonarán el sitio cuando ya no sea rentable y el barrio morirá.
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