El marido de Céline Dion murió tras caer de la cama
En cuanto he leído el titular de la noticia, he pensado que tenía que pasar, que, antes o más tarde, a alguien le iba a ocurrir algo similar. No me ha extrañado en absoluto. A pesar de haberme cerciorado de que se trataba de una noticia de El Mundo, que no me ofrece ninguna confianza, he caído en la trampa como un tonto. Y es que estoy tan convencido de que el crecimiento en altura de las camas es tan vertiginoso e imparable que ni siquiera me he parado a pensar en la verosimilitud de la noticia. He pensado: seguro que debajo de la cama había un aramario ropero y el tortazo ha sido bestial. Y no es de extrañar, porque reconoceréis que con el afán de utilizar el espacio vacío debajo de la cama, los colchones cada día se colocan a más altura.Si hace unos años la altura habitual de una cama era de unos 50 centímetros, hoy es bastante habitual que alcance los 70 o más. Y es que mientras antes, debajo de la cama, solo se dejaba el orinal, hoy en día se guarda de todo: la ropa de verano en invierno, la de invierno en verano, las mantas, las sábanas, las toallas, los juguetes ya obsoletos, la televisión de tubo que ya no usamos, e incluso la colección de libros de cocina que nunca leeremos. Y así no, hombre, así no. Que más que un cama parece un trastero.
Pues nada, que como decía, me he tragado el titular como un pelele y he entrado, más que nada por morbo, a enterarme de cómo se había producido el lamentable accidente y me he coscado de que no, que el hombre falleció de enfermedad común, solo que intentó levantarse de la cama antes del fatal desenlace y no lo consiguió.
¡¡¡Dios mío!!! Vaya nivel el del periodismo español.